domingo, 19 de septiembre de 2010

Aventuras en pañales. ¿Por qué la lana para los pañales?

La lana es una fibra natural que al igual que las plumas de los patos, es naturalmente repelente al agua.

Además tiene propiedades antibacteriales, es fresca en climas calurosos, calientita en climas fríos.  Es bonita y es prácticamente la única manera de hacer pañales completamente naturales y sin plásticos. 

Es hipoalergénica, es ecológica. Es la neta del planeta.

Quienes hemos usado lana para los pañales de nuestros niños, ¡¡no la cambiamos por nada!!

La lana casi no requiere mantenimiento. Casi no hay que lavarla y se puede lanolizar en seco o al lavarse. La lanolina Gaia es grado médico, de la mejor que se puede conseguir.

Nuevos entrenadores :)

003 010

jueves, 16 de septiembre de 2010

martes, 31 de agosto de 2010

Modelos de cubiertas por encargo

Modelos ya vendidos:

df 008df 017 df 019 P1040989 P1040857 df 015 df 012

Precios.

Las cubiertas tipo calzón y los shorties tienen un precio de $200 pesos mexicanos incluyendo la lanolina que por este mes será de 60 gramos.

Las cubiertas con calentadores tienen un precio de $200 sin incluir la lanolina.
Los overoles tienen un precio de $300 sin lanolina.

La lanolina tiene un precio de $75 por 60 gramos (2 onzas).

Más gastos de envío de $75 por estafeta.

martes, 18 de mayo de 2010

Mi niño no me come

http://rapidshare.com/files/197396223/Gonzalez_Carlos_-_Mi_Ni_o_No_Me_Come__pediatria_.DOC

Bésame Mucho

http://rs232.rapidshare.com/files/197389496/Gonzalez_Carlos-BesameMucho.pdf

A ver si de veras me gusta bloggear (no creo) jaja

Mis primeras entradas y la razón de hacer el blog es para archivar en un solo lugar algunas lecturas interesantes para las mamás, amigas mías de CC y demás personas interesadas en el attachment parenting. Hasta ahora tengo tres lecturas pero voy a ir agregando las ligas o directamente las lecturas en formato para Kindle2 de preferencia. Si alguna quiere contribuir digitalizando alguna otra cosa o compartiendo otra acá la pongo. Gracias.

Las Lecturas
Como criar un hijo sano http://tinyurl.com/yz9xzdx;

Entre tu pediatra y tu http://cid-9694f8ffd717ff3a.skydrive.live.com/browse.aspx/Criando%20Creando%20lecturas

El concepto del continuum http://cid-9694f8ffd717ff3a.skydrive.live.com/browse.aspx/Criando%20Creando%20lecturas

Mujeres que caminan con lobos http://cid-9694f8ffd717ff3a.skydrive.live.com/browse.aspx/Criando%20Creando%20lecturas ;

Sobre las vacunas http://wordpress.eldedoenlallaga.com/wp-content/uploads/pdf/vacunas.pdf

Huracán Wilma (escrito en diciembre 2005)

Espero que no se aburran.

De todas formas, muchas gracias.
Paula. A dos meses de Wilma.

A todos los que mandaron algo a Cancún (desde una despensa hasta una buena vibra) muchas gracias. A todos los que personalmente me llamaron para saber cómo estábamos. Mil gracias.

La verdad es que el shock estuvo duro y a penas me puse a terminar de escribir el famoso diario que prometí. No voy a hacer ya un diario porque el tiempo se perdió en mi mente y no tengo registro de las horas que pasaron mientras estuve metida en el baño y luego en el cuarto del bebé. Lo que quisiera contarles es acerca de la mera experiencia del huracán. La pura sensación de que no eres nada de nada y estás en el centro de la tormenta.

Para los que no saben, vivo en el centro de Cancún. Mi casa está supuestamente bien construida con blocks huecos, dizque para que no sea tan calurosa. Las casas del fraccionamiento están pegadas unas con otras, así que no pasa el aire entre ellas por los lados. Nosotros ya habíamos vivido Iván, Emily y Stan. En cada uno hubo unas 2 horas con vientos muy fuertes. Stan trajo mucha agua y mi casa se inundó como 15 cms. Toda la calle era una alberca y los niños jugaron con sus tablas y sus bicicletas en la inundación.

Por alguna razón, desde que Wilma se formó yo estaba muy estresada. Tal vez era el miedo de que le pasara algo al bebé (tenía entonces 5 meses de embarazo), pero extrañamente tuve mucho miedo y mandé a Carlos a conseguir tablas para tapiar la casa. Solamente encontró una y decidimos ponerla en el cuarto del bebé. Yo ya había hecho despensa de huracán con tiempo y no necesitábamos nada desde el jueves. En la escuela, los muchachos estaban histéricos porque el miércoles cancelaron la entrega de premios de MTV en Xcaret y la mayoría tenían pases de cortesía. Los papás querían mandarlos a México de emergencia y los muchachos no se querían ir por si no se suspendía el dichoso concierto. Yo ya no salí el jueves porque llovió desde que amaneció. Prácticamente ya no dejó de llover sino hasta el ojo. El estrés el día antes de un huracán es muy fuerte. Huele. Los taladros resuenan en las paredes sin parar hasta que todos los que han tenido suerte de encontrar tablas las pueden afianzar a sus ventanas. Nadie pone música así que los taladros y los silencios se alternan para generar la tensión pre-huracán (yo le llamo La fiesta de los taladros, pues ocurre cada que entra un huracán).

La noche del jueves fue equivalente a lo más fuerte de Emily, todavía teníamos luz y siempre tuvimos teléfono.

Desde la mañana de viernes yo perdí la noción del tiempo. Prácticamente no sabía qué hora era, además de que contar las horas incrementaba la tensión porque resultaba increíble tanta fuerza sin parar por tanto tiempo. Por la mañana explotó el transformador y ya no tuvimos luz por unos 20 días. Comenzamos a comernos lo que se iba descongelando y a tirar lo se que iba echando a perder. Nuestra despensa de huracán la subimos al baño, mi cuarto quedó inutilizable a las pocas horas porque el agua rellenó los blocks de las paredes, así que se convirtió en una fuente imparable que no se secó sino hasta quince días después de que dejó de llover. Por suerte, habíamos tapiado el cuarto del bebé y esa habitación permaneció milagrosamente seca.

En algún momento, la radio se perdió; los celulares se murieron todos y las noticias de lo que pasaba nos llegaban de México gracias al teléfono. Lo peor es que perdimos todo el contacto con nuestros amigos y lo único que nos quedaba era saludar a los vecinos por las ventanas. Nos llamábamos para saber si todavía estaban en el techo los tinacos, los tanques de gas, las antenas, los aires acondicionados. A mi coche le cayó un tinaco y una antena de Sky. Nunca se oyó ese ruido en particular. El ruido del huracán es algo imposible de contar. Retumba, vibra y ruge sin parar. No hubo ni un minutito de tregua. Se oía como un bombardeo, como si cada gota de agua fuera del tamaño de un coche. La casa retumbaba y se sacudía como en un terremoto y se oía cómo se azotaban los objetos que ya había arrancado. Entonces me mudé al baño.
Creo que estuve unas diez horas abajo del lavabo. Me dormía a ratos, pero como no cerramos la ventana para que no se reventara, estábamos todos mojados.

Unos dicen que la baja presión atmosférica afecta la placenta, otros dicen que no. Yo tenía un dolor espantoso que no se me quitó hasta que se terminó el dichoso huracán. Carlos bajaba y subía, destapaba la coladera, trapeaba, movía muebles, envolvía el colchón, me preparaba comida…parecía poseído hasta que ya no pudo más. Cuando queríamos ver si se había caído el poste de luz, sacábamos la linterna por la ventana y sólo veíamos la cortina de agua cayendo horizontalmente. No sé de dónde salió tanta agua, era el mar entero que se trajo el viento, porque tenía arena y sabía salado. Era imposible que el techo aguantara más. Le habían caído ya tantas bombas de agua que ya era casi heroico que siguiera ahí. El domo de la escalera, estaba comenzando a gotear, la casa se sacudía entera y se oían los cristales de los vecinos. Yo tenía la sensación de estar a oscuras en altamar; no se oía como lluvia sino como oleaje golpeando las paredes. Cuando salió el sol ya no había árboles en nuestra calle. No sé en dónde quedarían los pedazos. Nosotros teníamos un tinaco y una antena gigante en la entrada de la casa y el agua llegaba hasta el soclo desde el patio trasero hasta la puerta de la vecina de enfrente. No había para dónde desaguar porque todo era una laguna parejita. Se sentía alivio en el ambiente hasta que comenzaron a sonar los teléfonos avisando que estábamos en el ojo. Ya pasaron lo menos fuerte, nos decían, ahora sí viene lo peor… Esa fue la tregua que nos dio la Wilma esta.

Nos reagrupamos. Todos los vecinos nos juntamos para contar la comida que se descongeló y repartirla. Repartimos pilas y velas. Se hicieron las reparaciones más urgentes. Amarraron los tanques de gas que se estaban cayendo, revisaron las azoteas… Vimos un barullo, estaban saqueando el Oxxo. El esposo de mi mejor amiga en Cancún llegó nadando porque su camioneta no pasó por la calle, no sabía que estábamos en el ojo. Querían saber si yo necesitaba algo pero con todo y mi dolor decidí quedarme en la casa. De todas formas no podía llegar nadando a ningún hospital. Gracias a Dios que no me salí porque en realidad no había a dónde ir y mis molestias eran seguramente por tanta tensión.

Regresaron el viento y el agua en sentido contrario. Ahora el cuarto del bebé era más tranquilo así que para allá nos fuimos. Ya no teníamos cama así que dormimos en el colchón inflable. Esa noche decidimos rendirnos a lo que fuera que pasara. No íbamos a hacer nada más que estar bien. Me despedí de mis libros porque juré que el agua iba a tapar la planta baja y no tenía ánimos de salvar nada. Subí los álbumes de fotos y comida. Increíblemente, nos dormimos. Seguro que fue de cansancio pero entre sueños oía el bombardeo y ya no me importaba. Me concentré en que tarde o temprano se tenía que terminar. Creo que era lunes cuando dejó de llover. Yo no quise salir. (ahora sé que fueron 63 horas de lluvia sin parar).

Carlos se fue en bicicleta para ver qué había pasado. El agua tapaba las ruedas de las bicicletas que andaban por todos lados. Regresó para contarme que estaba peor que el terremoto del 85. No había nada de nada. Todos los centros comerciales que están hechos de prefabricado habían volado. El hospital no tenía ni una ventana y los que habían ido a la zona hotelera decían que ya no había hoteles, que el mar llegaba hasta la laguna. Le pedí que fuera a la Universidad para ver si todavía quedaba algo. Me preocupaba mi Biblioteca. Tenía una semana que me habían comprado la Enciclopedia Británica y yo como niña chiquita la desempaqué y la integré a la estantería. Me la imaginaba flotando en la laguna. Pues la laguna entera se metió a la Universidad , pero la Biblioteca ahí seguía. Los cristales del gimnasio, las aulas y hasta rectoría volaron, excepto los de la Biblioteca.
Comenzaron los rumores de los saqueos y los asaltos. Eso sí que no me lo esperaba. Ya que creía que se había terminado comencé a tener mucho miedo. Mi despensa que siempre está atiborrada seguro duraba para un mes, lo mismo el gas, pero el agua no. Cada día cocinaba un vecino diferente y comíamos juntos. Nos cuidábamos entre todos y veíamos las noticias en la casa de una vecina que tiene planta de luz. Siempre se habla de los dos cancunes pero el huracán polarizó groseramente esa sensación. Yo vi familias enteras levantando escombros, podando árboles y barriendo calles mientras que en la tele sacaban escenas de gente saqueando las plazas comerciales. Decían que había maras en las carreteras, que no fueras para Mérida ni para Playa del Carmen. Yo no quería salir de mi casa. Creo que no salí sino hasta el domingo siguiente. Paseamos por el centro y fuimos hasta la zona hotelera. Era de no creerse. Y ya está levantado, me decía Carlos…, no te imaginas cómo estaba. Era como en el terremoto pero sin muertos. El nivel de destrucción era increíble e irreparable, pensé que tomaría años levantar esto. Casi ningún hotel tenía ventanas, algunos incluso tenían puestas las tablas pero las ventanas habían volado con todo y marcos. Al hotel Aqua, que era el más nuevo, le faltaban todos los cristales y un piso entero intermedio no tenía cuartos, sólo estaba la estructura. Plaza La Isla parecía que había explotado, no tenía ni un techo ni un vidrio ni una pared de tablarroca. El Boulevard Kukulcán seguía lleno de arena y los campos de golf se confundían con la laguna. Todo el manglar estaba amarillo, muerto de tanta sal. La vista a Isla Mujeres en lugar de turquesa era café. Lo peor de todo fue querer ver la playa. Ni la Marlin , ni la Ballenas estaban. El mar pegaba directo en los hoteles, pero estaba de un color azul turquesa de lo más hermoso que yo hubiera visto; el cielo limpio y la brisa fresca. Mucha gente se ha ido. La mayoría de los propineros y comisionistas que quedaron sin ingresos. La gente que no está establecida en Cancún mejor se va. Nos quedamos los que tenemos otro compromiso y otra visión de este lugar. Los que de verdad pensamos que es un buen lugar para formar un hogar y que estamos muy agradecidos con el sol y el mar, con los domingos en la playa.
La reconstrucción ha sido increíble, sobre todo en el centro. Hay mucha voluntad de la gente, de los que nos quisimos quedar e ir a las plazas aunque no tuvieran estacionamiento ni aire acondicionado. Parecía festival cuando reabrió Liverpool y otro tanto cuando los cines. Y aunque no tenga mucho dinero, voy a ir por unos nachos el día que reabran el Hard Rock.

P.D. Nuestro bebé sigue superbien y nace en enero.